miércoles, 5 de septiembre de 2007

eva peron




María Eva Duarte nace el 7 de mayo de 1919 en Los Toldos, Provincia de Buenos Aires.
A los 13 años se traslada con su familia a Junín.
En 1935 viaja a Buenos Aires para convertirse en actriz de radioteatro y cine.
En 1944 conoce al Coronel Juan Domingo Perón, con quien se casará en 1945.
A partir del momento en que Perón asume la Presidencia de la Nación en 1946, Eva Perón inicia de manera incansable el trabajo social.
Colabora con la CGT y, desde la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón -luego llamada, simplemente, Fundación Eva Perón- creada por ella en 1948, realiza una profusa obra: policlínicos, escuelas, hogares de tránsito y de ancianos, la ciudad infantil y la Ciudad Estudiantil, colonias de vacaciones y espacios de esparcimiento para el pueblo. Se ocupa personalmente de los problemas de los más necesitados. Establece una relación con la gente que no tenía ni tendrá- paralelos.
En 1947 viaja a Europa representando a Perón y es homenajeada en España, Italia, Ciudad del Vaticano, Francia, Portugal y Suiza. De regreso también es resida con honores en Brasil y Uruguay.
Participa activamente en la sanción del voto femenino a través de la Ley 13.010. Impulsa la participación de las mujeres en política y crea el Partido Peronista Femenino.
Propuesta el 22 de agosto de 1951 como candidata para las elecciones de noviembre, renuncia a serlo el 31 de agosto de ese mismo año.
Muere en Buenos Aires el 26 de julio de 1952. Su historia comenzó un 7 de mayo de 1919, en Los Toldos, cuando Juana Ibarguren dio a luz. La precedían cuatro hermanos: Elisa, Blanca, Juan y Herminda.

Su padre, Juan Duarte, había llegado allí a comienzos de siglo y arrendado el campo de La Unión con ánimo de prosperar. Sabida era la bondad de las tierras de la zona para la agricultura y la ganadería. Pertenecía a una influyente familia de Chivilcoy y allí tenía, de su unión con Adela D’Huart, varios hijos. Hombre próspero y de prestigio entre los conservadores del momento, patrón de estancia, típico puntero en las lides políticas del momento, fue nombrado suplente del juez de paz en 1908. Pero en 1919 ya no eran tiempos conservadores. Tras largos años de lucha de características revolucionarias primero y abstencionistas despúes, asegurado el proceso electoral por la Ley Saenz Peña tras años de fraude electoral, el radicalismo concurre a las urnas y se alza con el poder.

Desmontada por el Dr. Yrigoyen la maquinaria que impedía en las provincias la libre expresión, cae el bastión conservador de la provincia de Buenos Aires. El Intendente Malcom, amigo personal de Juan Duarte, es reemplazado por el radical José A. Vega Muñoz.

La estrella de Juan Duarte comenzó a decaer y las dificultades económicas a hacerse presente. El ofrecimiento de administrar campos en la localidad vecina de Quiroga hizo que se trasladaran allí, donde sólo permanecerían un año. Erminda cursó su primer grado en la escuela N 1. No eran aún tiempos de guardapolvo para Eva.

Como Quiroga no ofreciera las posibilidades esperadas, regresaron a Los Toldos. Mientras los hermanos mayores conocieron los tiempos de bonanza económica del padre, los menores supieron de tiempos de apremios. La situación se agravó con la muerte de Duarte, que falleciera el 8 de enero de 1926 como consecuencia de un accidente automovilístico en Chivilcoy.

El velatorio de Juan Duarte ha sido escenificado y tratado literariamente en un sinnúmero de oportunidades, haciendosé hincapié en el rechazo de que fuera objeto la familia de Eva en ocasión. Sobre el particular, sus hermanas Blanca y Erminda testimonian haber sido avisadas de la muerte de su padre por sus medios hermanos de Chivilcoy, huérfanos ya de madre, y niegan las versiones de escándolo y aprobio que se han difundido.

Apartir de entonces, el problema de la subsistencia, recordaría Erminda Duarte en su libro “Mi Hermana Evita”, “se convirtió en una lucha que día a día tomaba nuevas formas”. Doña Juana pasaba horas sentada a su máquina de coser, sin queja, sin hacer caso de las indicaciones médicas que le aconsejaban reposo para sus piernas lllagadas: “No tengo tiempo. Si descanso, ¿cómo trabajo, cómo vivimos?”. Elisa se empleó en el correo y Juan comenzó a trabajar en un almacén. Blanca cursará en Los Toldos primero y segundo grado.

El tiempo de ocio y juego transcurría trepando árboles, escudriñando la naturaleza, envuelta en disfraces caseros que la convertían en todo aquello que su imaginación le sugiriera, criando gusanos de seda: transcurria con pocos juguetes comprados.

Su hermna Erminda era su infatigable compañera de aventuras y su hermano Juan era, según la ocación lo requiera, constructor de barriletes, luthier de pianos de cartón, asistente en el montaje de un circo o arquitecto de casitas de madera, a medida para las niñas, en el fondo de la casa. Blanca y Elisa alimentaban la fantacia infantil con el relato de los cuentos a la hora de dormir.

Cuando llegó el año 30 Juana decidió partir con su “tribu”como gustaba llamar a su familia, buscando mejores posibilidades en la cercana posibilidades en la cercana ciudad de Junín, a donde Elisa había sido trasladada. Blanca comenzaría a trabajar poco despúes como maestra en el colegio del Sagrado Corazón y Juan se emplearía en la farmacia del pueblo.

Erminda comenzaba a cursar en el Colegio Nacional y Eva fue inscripta en la Escuela N 1, Catalina Larralt de Estrugamou, en 3 grado.

En Junín, a la hora del almuerzo, se sentaban a su mesa tres personas que por esos tiempos prefirieron su comida casera a otras posibilidades que ofrecia el pueblo, y que terminarían formando parte de la familia: el Mayor Alfredo Arrieta, jefe del distrito militar, don José Álvarez Rodriguez. El primero se casaría con su hija Elisa y el último con Blanca.

Los juegos teatrales de los años toldenses empezaron en Junín a tomar formas más reales. Eva comenzó a destacarse por su aficción a declamar poesías. En su autobiografía, “La Razón de mi vida”dirá que “siendo una chiquilla, siempre deseaba declamar. Era como si quisiese decir siempre algo a los demás, algo grande, que yo sentía en lo más hondo de mi corazón.

La Comisión del Centro de Cultura y de Arte del Colegio Nacional, a la que pertenecia Erminda, organizaba representaciones teatrales. Evita, a pesar de no ser alumna del colegio, se integró al grupo y tomó parte en una obra titulada Ärriba Estudiantes”. También en Junín escuchó por primera vez su voz saliendo de los autoparlantes instalados en la Casa de Música de Primo Arini. Una vez por semana, los jóvenes aficionados del pueblo tomaban el micrófono y exponían sus dotes artísticas: cantaban, decían monólogos, declamaban.

Aquello que Eva misma llamaría su “extraña y profunda vocación artística”crecia al amparo del cine del pueblo, de las audiciones radiales y de las colecciones de fotos de artistas.

A su amparo debió también de plantearse la primera elección: ¿Ser una chica pueblerina y “casadera”como tantas otras en Junín?, ¿ser maestra, como Blanca?, ¿Emplearse, como Elisa?

Corría 1935 cuando Eva tenía en claro la respuesta: Ser Actriz. A la vocación se sumaban las características de personalidad. Ella misma diría en “La Razón de mi Vida”: “Como los pájaros, siempre me gustó el aire libre del bosque. Ni siquiera he podido tolerar esa cierta escla-vitud que es la vida en la casa paterna, o la vida en el pueblo natal...Muy temprano en mi vida dejé mi hogar y mi pueblo, y desde entonces siempre he sido libre. He querido vivir por mi cuenta y he vivido por mi cuenta”.

La circunstancia de la partida de Eva de Junín ha dado letra a un sinnúmero de versiones. La que quedó instalada con mayor fureza involucra al cantante de tangos Agustín Magaldi, apodado el Gardel del interior.

Según sea el caso, se lo preesnta intercidiendo ante la madre, a pedido de Eva, para que le permitiera ir a vivir a Buenos Aires, o bien limitándose a facilitarle algunas cartas de recomendación que le abrieran las puertas del mundo artístico, o bien viajando él mismo con ella.

Desmintiendo tales hechos, su hermana Erminda recuerda la situación de conflicto familiar planteada ante la férrea decisión de Eva de partir a la Capital y la no menos férrea de doña Juana de disuadirla, a la vez que pondera la influencia que ejerciera José Alvarez Rodríguez al aconsejar a la madre no torcer la vocación de los hijos: “Tanto insistío el rector que mamá, a regañadientes, te llevó a Buenos Aires”. Volvió sola, furiosa con todo el mundo”, después de dejarla en casa de los Bustamante, amigos de la familia.

Quedaba definitivamente atrás a la niña de Los Toldos y de Junín. Junto a los pocos objetos personales acomodados en la valija y que con el tiempo serían desechados, Eva llevaba consigo el rumor permanente del de una máquina de coser New Home, los juguetes deseados y que no pudo tener, el impacto del descubrimiento de que en el mundo había pobres y había ricos, su sentimiento de indignación frente a la injusticia. De ninguno de ellos se deshará... La “acción para los demás” tuvo un nombre: Fundación Eva Perón. A ella dedicó sus máximos esfuerzos.

La obra social que Evita comenzaría en 1946 adquirió cada vez mayor extensión y envergadura. La llamada entonces Cruzada de Ayuda Social concretaba su tarea en barrios de viviendas económicas, inauguración de hogares de tránsito, de comedores escolares, donación de instrumental a hospitales, mediación para la concreción de obras fundamentales de salubridad y saneamiento en barriadas humildes, entrega de artículos de primera necesidad a familias necesitadas, distribución de juguetes a niños humildes, sobre todo para las fiestas de navidad y reyes, provisión de trabajo a desocupados.

Los fondos y las especies provenían de donaciones, fundamentalmente de los sindicatos. Asimismo, la Ayuda Social disponía de los fondos de la cuenta Ministerio de Hacienda – Obras de Ayuda Social, destinados a la adquisición de ropas, calzado, artículos alimenticios y otros similares, farmacia y droguería, excluidos los sueldos y jornales.

La particular posición de Evita en la estructura de poder (el poder desde afuera) permite el acceso al lugar de la toma de decisiones para el emprendimiento de las obras o la provisión laboral, permite el accionar desburocratizado.

Hacia fines de 1947 ya era evidente que esta acción social requería una estructura orgánica.

La Fundación Ayuda Social María Eva Duarte de Perón se constituye el 19 de junio de 1948 y obtiene su personería jurídica el 8 de julio del mismo año. A partir del 25 de septiembre de 1950 pasó a llamarse “Fundación Eva Perón”.

En el discurso que Evita pronunciara el 5 de diciembre de 1949 en el Primer Congreso Americano de Medicina del Trabajo explicó que la Fundación fue creada “para cubrir lagunas en la organización nacional porque en todo el país donde se realiza una obra siempre hay algunas que cubrir y para ello se debe estar pronto para realizar una ación rápida directa y eficaz”.

Subyacía en ella la idea de transformación del tradicional concepto de beneficiencia, y su redimencionamiento dentro del programa de justicia social del Peronismo.

Las mayores “lagunas”se producián en la asistencia a los ancianos, los niños y las mujeres.

El 28 de agosto de 1948 Evita da lectura en el Ministerio de Trabajo a la declaración de los Derechos de la Ancianidad, que pone en manos del Presidente, solicitando que sea incorporada a la legislación y a la práctica institucional de la Nación fue incluida en la Constitución Nacional de 1949.

En los hechos, la Fundación construyó Hogares de Ancianos, el primero de los cuales fue inaugurado el 17 de octubre de 1948, en Burzaco. Similares se levantaron en el interior del país. Asimismo, obtuvo la sanción de una ley que otorgaba pensiones a los mayores de 60 años sin amparo.

La educación, el esparcimiento y la salud de los niños y los jóvenes fueron objeto de su preocupación. La Fundación concretó un plan de mil escuelas en el país, como así también escuelas agrícolas, escuelas talleres, jardines de infantes y maternales. La ciudad infantil Amada Allen y la Ciudad Estudiantil, forman parte del plan de acción educacional, destinada la primera a niños de de dos a siete años, huérfanos o que no podian ser atendidos por sus padres, y la segunda a residencia de estudiantes del interior del país, sin familia en Buenos Aires.

En febrero de 1950 se pone en marcha el plan de turismo infantil, que hará conocer a los niños paisajes del país ignorados por ellos hasta entonces. Las colonias de vacaciones completarían el espectro.

Los campeonatos infantiles y juveniles, que comenzaron siendo de futbol y terminaron incluyendo muchos otros deportes, patrocinados por la fundación desde 1948, fueron la ocación para la revisación médica de más de 300.000 niños.

El hospital de Lactantes y de Epidemología infantil, la clínica de Recuperación Infantil de Terma de Reyas, son entre otras concreciones de la Fundación en el ámbito de la salud infantil. El hospital Nacional de Pediatría, cuya construcción se hallaba avanzada en 1955, permanecería por años incluso.

La obra de Evita dedicada a lo niños estuvo inspirada en la convicción de que “el país que olvida a sus niños renuncia a su porvenir”.

La problemática del alojamiento transitorio de las mujeres fue encarada mediante la construcción y mantenimiento de tres hogares de tránsito en Capital Federal, que hallaron su réplica en el interior.

El hogar de la empleada General San Martín apuntaba a resolver el problema de las mujeres sin hijos que sufrían el problema del alojamiento definitivo. El hogar contaba con un comedor, a donde Evita solía ir a cenar al concluir su jornada. En ese ámbito se reunía un grupo de intelectuales, la “Peña Eva Perón”, que amenizaban las veladas con la lectura de las composiciones que le dedicaban.

En materia de salud, la Fundación construyó cuatro políclinicos en Buenos Aires: el de Ezeiza y los de Avellaneda, Lanús y San Martín, así como también otros en el interior del país. Amén de ello, la Fundación proveyó de modernos equipamientos a otras unidades hospitalarias.

El Tren Sanitario Eva Perón, dotado de la más moderna aparatología, cumplía con la tarea de relevamiento y protección de la salud de las poblaciones más alejadas de los centros vitales.

En septiembre de 1950 se inaugura la Escuela de Enfermeras, una de las obras más queridas de Evita, prestando sus egresadas servicio tanto en el país como en el exterior.

En matería habitacional, la fundación emprendió la construcción de viviendas para obreros, como el barrio Presidente Perón y la ciudad de Evita, proporcionando vivienda propia a 25.000 familias.

Todas las obras de la fundación fueron seguidas y supervizadas en su ejecución y funcionamiento por Evita. Era frecuente verla en sus recorridas acompañada por personalidades extranjeras de paso por nuestro país.

A la accíon desplegada, la Fundación sumaba su solidaridad con los países extranjeros en situaciones de catástrofe o necesidad: Ecuador, España, Italia, Israel, Francia, Japón, Perú y Bolivia, entre otros, dan testimonio de ello.

Los orígenes de los fondos que manejó la Fundación para las obras han sido en Argentina objeto de polémica. Si la memoria de la misma de 1953 explicita la procedencia de los mismos (donaciones en efectivo provenientes mayoritariamente de los sindicatos, pero también de particulares y empresas, convenios colectivos de trabajo, impuestos, alquileres, adjudicación de recursos por vía del poder Legislativo, etc), no podemos omitir mencionar la circulación de versiones según las cuales los fondos provenían de donaciones forzosas, sindo la resistencia a ellas motivo de persecuciones. Se citaba, por ejemplo, el caso de la fábrica de caramelos “Mu – Mu”.

La historidora Marysa Navarro, en su biografía “Evita”apunta: “Pero si las contribuciones espontáneas hubieran existido en gran escala y de manera sistemática los pejudicados podrían haberlas denunciado después de septimbre de 1955. Si no deseaban hacerlas de ese modo seguramente podrían haberlo hecho durante ante la comisión encargada de investigar la administración de la Fundación y ésta habría aceptado las denuncias presumiblemente con agrado. Es de creer que no las hubo en cantidades apreciables pues de ser así el informe de la comisión las había enumerado y no lo hace. (22)

Al morir Evita, la Fundación continuó su labor, pero ya no tuvo la misma fuerza ni operatividad. Perón ocupó su lugar, pero dos circunstancias confluían: ni Perón era Evita, ni la situación económica del país era la misma que en su tiempo.

A medida que Evita crecía en popularidad y poder, crecían también las críticas desde la oposición y también entre algunos sectores peronistas. Atacaban por distintos ángulos: actividades impropias de una primera dama, pura expresión del resentimiento, peligrosa influencia sobre Perón, ansias desmedidas de poder.

En el fondo, y quizás no tan en el fondo, no era sólo lo que hacía, cómo lo hacía o por qué lo hacia una mujer. Como dice J.M. Taylor, “Eva nos enfrenta con el poder de que es depositaria una mujer en una sociedad tradicionalmente machista con la carga que presupone de desvalorización de las potencionalidades de una mujer respecto de un hombre”.(23)

Los años de apogeo de este poder rondarán el 50 y el 51. Son también los años que la enfrentarán a la enfermedad y a su última elección: ¿Ser vicepresidenta de la Nación? El 22 de agosto, en multitudinaria concentración en la avenida 9 de julio, se reitera la adhesión y el pedido de aceptación: es el Cabildo Abierto del Justicialismo.

Evita se dirige a la multitud, pero elude en su discurso la respuesta. Al reclamársela, se inicia un diálogo cuyo fervor e intesidad es dificil poner en palabras. Evita reclama tiempo para tomar la decisión.
_ “Al menos cuatro días”.
_ “!No! ¡ Ahora!”
_ “No renuncio a mi puesto, renuncio a los honores...”
_ “! Ahora!”
_ “Yo no quiero que mañana un trabajador de mi patria se quede sin argumentos cuando los resentidos, los mediocres, que no comprendieron ni me comprenden, creyendo que todo lo que hago es por intereses mezquinos...”
_ “ ¡Ahora!”
_ “Un día...”
_ “ ¡No!”
_ “Dos horas...”
_ “ ¡No!”

Evita dejó el micrófono. Las antorchas se encendieron para alumbrar a una muchedumbre dispuesta a pasar allí la noche en vela, esperando la respuesta. Eva tomó el micrófono.
_ “ ¡Compañeros!: Como dijo el General Perón yo haré lo que diga el pueblo”.

El acto había terminado... Creyendo que había aceptado...
El 31 de agosto, por la cadena nacional de radiodifusión, Evita anunciaba “Su decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo” quisieron honrarla.
La trama detrás de la historia, que subyace al renunciamiento, está aún por escribirse. Las Fuerzas Armadas, la enfermedad, la C.G.T, el pueblo, Evita...,los hilos que la entretejieron.
La fórmula Perón–Quijano ganó las elcciones del mes de noviembre. Eva había votado en su lecho de enferma del policlínico de avellaneda por primera y única vez.
Acompañó a Perón en los actos de asunción del nuevo período. Fue su última aparición en público.
En los miles de hombres y mujeres que a su muerte la velaron, estaba presente la obra que transitamos en estas páginas. Con solo 33 años, Evita había dado una razón a su vida y había dejado para otros, como ella misma dijera al inaugurar un policlínico y mirar la inscripción en el frontispicio, la tarea más fácil: bajar los letreros.

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